Un México de espectros, un país de simulaciones donde las imágenes se ven difusas, una placa que conmemora y legitima un acto de violencia, una serie de documentos oficiales que acreditan la incompetencia del sistema, una denuncia contra policías estatales por el uso desmedido de la fuerza, fotografías instantáneas que exhiben las laceraciones y el quiebre del cuerpo, resoluciones judiciales que dictaminan los hechos y acreditan que “En México ser golpeado por la policía no es delito”
Esta obra es el resultado de una realidad compartida por todes, aquí las autoridades encargadas de proteger y servir a la sociedad son las mismas que la violentan y ejercen el poder para mantener el status quo, donde el incidente solo se complica al formalizar una denuncia judicial ya que vuelca al sistema completo para intimidar y persuadir a la víctima de no hacerlo, donde ningún argumento, razón o dictamen médico realizado y presentado en o por la propia institución tiene valía pues cualquier mecanismo o acción será reducido a nada. Pareciera que una suerte de sombras controlan este simulacro, la pieza forma parte de él.
Esta obra es el resultado de una realidad compartida por todes, aquí las autoridades encargadas de proteger y servir a la sociedad son las mismas que la violentan y ejercen el poder para mantener el status quo, donde el incidente solo se complica al formalizar una denuncia judicial ya que vuelca al sistema completo para intimidar y persuadir a la víctima de no hacerlo, donde ningún argumento, razón o dictamen médico realizado y presentado en o por la propia institución tiene valía pues cualquier mecanismo o acción será reducido a nada. Pareciera que una suerte de sombras controlan este simulacro, la pieza forma parte de él.